El mundo está globalizado. Y la mayor prueba de ello son los aeropuertos, donde se mezcan, se cruzan y interactuan todo tipo de culturas e idiomas. Leo (vía LaVanguardia) el chocante caso de un japoné, Hiroshi Nohara, que se ha quedado atrapado en la encrucijada de culturas, es decir, en un aeropuerto. Lleva tres meses en un aeropuerto mexicano. Tiene pasaje para volver a Japón pero afirma que “no sé que hago aquí”. Se pasa el día sentado según parece.
El paso de una sociedad basada en lo local a otra basado en lo global nos descoloca. Nos cuesta definirnos como individuo. Como decía el cantautor valenciano Raimon:
Quién pierde los orígenes,pierde la identidad.
(qui perd els orígens perd la identitat, en catalán-valenciano)
Lo que nos permite el aprender idiomas es estar en contacto con el ‘otro’ mundo, el que no entiende el mundo como nosotros, que tiene otros valores, costumbres, idioma y cultura.
Me pregunto si Hiroshi Nohara habla español. Si ya sabía o si está aprendiendo en su curiosa nueva casa. Sería la manera de empezar a entender qué hace allí o por qué extrañamente no vuelve.